Enrique Camacho, DJ.
Músico genial, pero aún mejor persona.
Para entender el genio y la sensibilidad que hizo de George Enescu un músico imprescindible de la primera mitad del s. XX, hay que “abrazar” los singulares paisajes de su tierra natal; “sobrevolar” las inmensas llanuras de la Rumania moldava donde pasó los primeros años de su infancia. En esa parte del mundo fue donde un niño, —dotado de las condiciones adecuadas para desarrollar su don natural— encontró en la música “su verdad”. Tenia tres años cuando escuchó una banda de zíngaros en las fiestas de un pueblo vecino. Al día siguiente en su casa, empezó a jugar imitando a los músicos que tanto le habían impresionado. Con lo que tenía a mano, construyó una réplica de todos los instrumentos que después tocaba imitando aquellos gitanos y sus cautivadores ritmos. Sus padres a verle y dados los buenos resultados en sus estudios, decidieron premiarle regalándole un violín de juguete.
Lo que ocurrió a continuación lo contaría en las memorias el periodista B. Gavoty que le animó a escribir en su madurez. Si duda aquella anécdota fue un claro signo del camino reservado al compositor. Lo que hizo ese niño de tres años al ver aquel violín con tres cuerdas, fue arrojarlo inmediatamente al fuego de la chimenea[1]. Él ya había construido un violín de juguete y ahora quería uno de verdad; con sus 4 cuerdas. Aquella claridad de ideas se manifestaría mas veces siendo aún muy pequeño. A los 4 años George ya sabía leer y escribir, lo que era una proeza en aquella época. Seguía obsesionado por la música y a fuerza de insistir, finalmente su padre le compró un violín de verdad. De forma autodidacta aprendió a tocar una conocida melodía sobre la cuerda del re. Su padre al escucharle quedó impresionado y se dio cuenta de que su hijo sería músico.
¿Qué condiciones se dieron para tuviese claro sus deseos desde tan pronto?
La razón hay que buscarla años antes de su nacimiento. El matrimonio Enescu había tenido siete hijos que habían muerto pronto, lo que supuso un durísimo golpe para ellos. Cuando toda su prole desapareció, los Enescu vivieron una angustiosa espera, hasta que años después sus oraciones tuvieron respuesta, con el nacimiento de George al que mimarían desmesuradamente. Fue un hijo muy deseado que en sus primeros años nunca fue a la escuela. No tuvo compañeros ni amigos. Sus padres no estaban dispuestos a que una enfermedad o un accidente pusieran en peligro la vida de éste último hijo, tras haber sufrido la amarga pérdida de toda su descendencia. Ese ambiente de burbuja protectora le impulsó a crecer muy rápido. La agobiante situación en la que discurrió su infancia, condicionaron también su formación, más avanzada de lo habitual en un niño de su edad. Por ello que los primeros años de su vida fueron esenciales en su forma de entender el mundo.
Rebeldía, humildad, ingenio innato y condiciones propicias.
Ya mostraba genio e ingenio cuando con cinco años conoció a Eduard Caudella, su primer profesor de violín. Le pidió que tocase algo para ver si podría aprender de él. El maestro no se ofendió. Vio enseguida la fuerte personalidad del niño y su adelantado comportamiento. Dos años después Caudella no tenía mas que enseñarle y recomendó su ingreso en el conservatorio de Viena. Allí pasó cinco años más hasta que agotó cuanto habría de aprender. En aquellos primeros años mostraba ya una gran habilidad con el violín, cosechando numerosos éxitos en sus conciertos, tanto por la crítica como por el público. Con trece años llegó a Francia para continuar sus estudios en 1894, justo cuando el centro musical europeo se desplazó de Viena a París.
Escribió su primera gran obra a los quince años con notable talento y gracias a lo aprendido con maestros como Hellmesberger (hijo), Massenet, Gedalge, Marsik, Fauré (…) Poema Româna se estrenó con enorme éxito en los Conciertos Colonne, en el París de 1898. Fue su presentación como compositor. Ese mismo año, Enescu con diecisiete años ya dirigía la orquesta y daba extraordinarios conciertos como solista en Bucarest. La reina Elisabeta de Rumania le admiraba profundamente y le invitó a palacio en numerosas ocasiones donde era muy apreciado.
Debutar con éxito es una satisfacción para cualquiera, sin embargo para el joven compositor la alegría se transformó pronto en desolación. Sus siguientes trabajos no tuvieron la misma acogida y las críticas se ensañaron contra él. Las expectativas creadas tras su Poema Rumano fueron utilizadas por los críticos para hundir su reputación. Debió ser duro para un joven ilusionado recibir comentarios como “es un fruto seco, nos dimos cuenta enseguida” o, “ya lo habíamos notado…, es solamente flor de un día”. Demasiado joven para ser tomado seriamente. Era cuestión de tiempo que fuera considerado un verdadero compositor. Pero, ¿de cuánto tiempo?, justo el necesario para que George Enescu dejase de ser joven…
Superó el trance con enorme humildad y centrándose en la formación y la búsqueda de su identidad como compositor. Supo que nada bueno le traería dejarse influenciar por críticas negativas. Aprovechó la situación para centrarse en redoblar su dedicación y esfuerzo en los estudios. Magnífico ejemplo el que nos dejó para enfrentar las dificultades en la vida, tan válido entonces como ahora.
Diacronía: envidias, virtuosismo y grandes nombres
Enescu fue además de reputado profesor, director de orquesta, pianista, compositor y virtuoso del violín. Con su instrumento pronto alcanzó prestigio y fama lo que le permitió colaborar con los más destacados músicos de su tiempo: Brahms, Casals, Strauss, Fauré, Ravel, Thibaud, Cortot… Los compositores dijeron: “es un violinista” y los virtuosos respondían: “es un compositor”… no estaba bien visto tener varios oficios. Pese a todo, George era un extraordinario todoterreno. Componer era lo primero para él, hasta el punto que dudó si debía continuar con el violín dado el mucho tiempo que precisaba dedicarle. Estaba embriagado de música y su mente era una avalancha permanente de ideas y proyectos. Enseñar fue lo que menos le gustó de cuanto hizo, al menos en la concepción tradicional del binomio profesor-alumno. El prefería verlo como una relación entre un compañero mayor, (maestro) y jovenes colegas (alumnos). Fue innovador en su concepción no solo estética sino también y más importante, humanamente.
Continuaremos descubriendo en una segunda entrega, otros aspectos desconocidos e interesantes de la vida y la obra de este genio del que poco se conoce actualmente y del que sin duda, tenemos mucho que aprender para apreciar su mensaje y su inagotable torrente musical. Las claves para escuchar las obras de Enescu serán también un modo útil de acercarse al creador que consiguió con su música sin pretenderlo, ser alma y esencia espiritual de toda una nación.
“Para mí, Enescu será siempre una de las verdaderas maravillas del mundo. Su carácter y su figura se han quedado en mi alma como un árbol o una montaña de Sinaia. Sus fuertes raíces y su alma noble provienen de su propio país, un país de una belleza única.”
Yehudi Menuhin.
[1] En sus propias palabras él dijo: “Esto es lo que pasa cuando quieren tratarme como a un niño…“

El blog de Ediciones Aulós recoge también aportaciones puntuales de autores no habituales. Esta es también una manera de enriquecer el contenido de esta página con otras perspectivas.