Entrada complementaria del capítulo “Las claves de una vanguardia nostálgica” del libro La vanguardia prerrafaelista. Levantando el velo
Dr. Carlos A. Cuéllar Alejandro
Universidad de Valencia
Aunque el Prerrafaelismo tenga su origen y máxima expresión en suelo británico, sus ramificaciones cruzaron charcos pequeños y grandes, de modo que podemos hablar de prerrafaelistas estadounidenses, franceses o españoles en la medida en que aceptemos el calificativo no para designar a miembros de la Hermandad Prerrafaelista (Pre-Raphaelite Brotherhood) o componentes de su círculo, sino para aludir a aquellos pintores foráneos que desarrollaron parte de su obra bajo la influencia del Prerrafaelismo o siguiendo alguna de sus directrices.
Un cuadro como Mon Brave (1870) del estadounidense de origen irlandés William John Hennessy posee todas las cualidades del prerrafaelismo británico. Podemos encontrar rasgos prerrafaelistas en cuadros como Margarita delante del espejo (1866) del pintor español Claudio Lorenzale; también en aspectos de la obra pictórica de Julio Romero de Torres, Santiago Rusinyol, Alexandre de Riquer, Adrià Gual, o los paisajistas estadounidenses John Henri Hill, Thomas Charles Farrer y Frederick Edwin Church. Y es que la fama de los prerrafaelistas y su influjo se extendió por todo Occidente gracias a las revistas especializadas que reprodujeron sus cuadros mediante la técnica del grabado, así como la venta de fotograbados y la exposición exitosa de obra prerrafaelista en Europa y en los Estados Unidos en galerías y exposiciones universales.



En este sentido, Gustave Moreau (1826-1898), considerado el padre del Simbolismo pictórico francés, también ha sido referido en no pocas ocasiones como el “prerrafaelista francés”, lo que no resulta descabellado si consideramos que el Simbolismo pictórico surgió en el seno del prerrafaelismo, en pintores como Edward Burne-Jones (1833-1898), estricto contemporáneo de Moreau y cuya obra desarrolla una variante prerrafaelista en la que la estilización anatómica y la configuración andrógina de los personajes coincide en espíritu, si no en forma, con la del propio Moreau. Y aunque haya tendencia natural a relacionar el Prerrafaelismo con la temática medievalista, lo cierto es que artistas como Burne-Jones representaron con frecuencia temas procedentes de la mitología griega, rasgo coincidente con buena parte de la obra de Moreau. La exposición de cuadros de Burne-Jones en suelo francés tuvo notorio impacto social y cultural, especialmente a partir de su exposición en parís en 1893, de modo que, aunque no llegaron a conocerse personalmente, la admiración de Moreau hacia Burne-Jones era grande, hasta el punto que fue el propio Moreau quien propuso que se le concediera una medalla de honor por el cuadro King Copethua and the Beggar Maid (1884), presente en la Exposición Universal de París en 1889.

Es Doctor en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia, institución para la que trabaja como docente en el Departamento de Historia del Arte, donde imparte asignaturas de Historia del Cine y otros Medios Audiovisuales, así como la asignatura de Máster “Tecnología y estrategias de representación en el Cine Fantástico”. Colabora desde hace dos años en los ciclos de Cine organizados por el Museo San Pío V en Valencia. Su procelosa vida le ha llevado a caer en el vicio de especializarse en los campos del Prerrafaelismo, del Cine y del Ocultismo, tres de sus pasiones. La primera generó en su día el libro El Prerrafaelismo y su relación con la creación contemporánea (Institució Alfons El Magnànim, 2006; las otras dos han derivado en sus últimas publicaciones para la editorial Shangrila: La novia del Diablo (2019), Queer Horror. La deconstrucción del género y la sexualidad en el cine fantástico (2020) y La bruja. Una figura fascinante. Análisis de sus representaciones en la historia y el arte contemporáneos (2022), como coordinador en colaboración de Montserrat Hormigos. Es autor, también, de textos de ficción narrativa como Cuentos para la hora del té (Shangrila, 2021).